JAVIER RUIBAL
En el ya copioso catálogo de la obra de Javier Ruibal comparece una cualidad que unifica sin duda el conjunto. Me refiero a su identificación con una muy concreta tradición popular y, a partir de ahí, a sus modales de artífice de una nueva -actualizada- concepción artística de esa tradición. La soldadura resultó perfecta en todo momento: lo popular se alió con lo culto sin ninguna fisura, con una impecable eficiencia. Podría decirse que Ruibal canta acordándose de lo que ha vivido, reencontrándose con ciertas modulaciones del flamenco y dotándolas en cada caso de unos innovadores nutrientes musicales. Nadie ha conseguido solventar como él esa difícil propuesta estilística.
Javier Ruibal dispone de una exquisita y rigurosa voluntad de integración en la historia social con la que convive. Sus canciones son a la vez hermosas y solidarias, íntimas y participativas, personales y universales. Pienso que sus perseverantes poderes de convicción dependen, sobre todo, de esa doble sensibilidad humana y artística de Ruibal, lo que no deja de ser una lección inolvidable.